Escrito por: Felipe Castaño
Yarumal fue una experiencia decisiva para Teatro Estudio, pues a nuestra llegada tuvimos que ajustar algunas tuercas en el engranaje interno del grupo, pero este texto que inicia con el final es realmente sobre cómo nos fue en la tierra de Epifanio Mejía y Francisco Antonio Cano y no sobre la llegada, y aunque este dato parezca aleatorio es importante. A las cuatro de la mañana nos encontramos en el teatro, bañaditos, fresquitos, y un poco somnolientos; tomamos tinto, empacamos y tuvimos que recoger al último media hora después, no tan “fresquito” como nosotros. A eso de las nueve de la mañana estábamos llegando a la casa de la cultura Francisco Antonio Cano. Allá supe que fuimos como grupo invitado departamental en el marco del III Festival Regional de Teatro “Ciudad Retablo en Escena”, festival que realiza un certamen de grupos regionales con un ganador al final del mismo.
Antes de «El Monte Calvo” se presentaron dos obras más en el marco del certamen: una versión de “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca, y “Nido de fantasmas” basada en un texto de Jairo Aníbal Niño. Fue un buen viernes para este autor, además de quedar justificada su importancia en el teatro y la literatura nacional, por si quedaba alguna duda. Sorprendente es ver la diligencia del público en Yarumal para ver teatro, siempre estuvo llena la sala –de una capacidad de doscientas personas– y eran muy activos en las obras con sus reacciones. Olvidaba decir que todas las funciones se presentaron en el mismo teatro, nosotros tuvimos el montaje a las seis de la tarde y a las ocho y media estaba entrando el público.
A todos nos fue muy significativo el diálogo que pudimos entablar con los espectadores que se reían continuamente, lanzaban sonidos de asombro, quejas; ha sido uno de los públicos más activos, receptivos y absortos que nos han tocado. Esa es tal vez una de las magias de Yarumal, esta tierra fría está llena de personas cálidas, generosas, amables, de gran belleza, y eso que pudimos leer mientras estábamos en las tablas, se reafirmó cuando, al finalizar la puesta en escena, a los actores se les pidió que se ubicaran al lado de la puerta de salida para despedir al público, hecho singular y cariñoso por la afectividad con que les intercambiaban palabras y daban abrazos. Todos terminamos enamorados de esa tierra bella, llena de personas bellas, de montañas bellas.
Felipe Castaño, 31 de julio de 2023