UN NUEVO INTEGRANTE EN EL EQUIPO

Felipe Castaño, Carlos Andrés Soto y Teatro Estudio

No lo conocimos en vida, pero tenemos una parte de su biblioteca para conocerlo. Está ahí en sus libros, los apuntes que dejó en las contraportadas, en los márgenes; el lapicero a veces rojo, a veces azul, a veces negro o el lápiz señalando unas palabras que seguro dejaron traslucir algún pensamiento, una idea, un sentimiento, algo que le dijo uno de los tantos autores o autoras de los tantos libros que leyó y que ahora cuidamos. En algunos de sus libros de pintura y de arte hay recortes de revistas y periódicos con pinturas y retratos que agregó a esos libros como buscando completarlos, es un gesto de amor de un bibliófilo entregado a la mejora del libro, la ampliación de su cultura, el pulimiento de su idea.

No lo conocimos en vida, pero se nos antoja creer que fue un hombre sencillo y un algo misterioso, – ¿De qué otra manera podría ser alguien con una biblioteca como la del Mito? – Sencillo por su manera de presentarse ante nosotros por primera vez; llegó en la parte trasera de un furgón, en 13 cajas completamente selladas, marcadas y escogidas, llegó en silencio, pero su peso se hizo sentir. Cuando lo descargamos por completo en el teatro y comenzamos a curiosear en sus adentros la risa nos bailó en el rostro y es como si Jaime también nos sonriera desde el pasado en sus libros que ahora son parte de nuestro futuro… Nos sonrió en silencio, nos sonrió misteriosamente, nos sonrió con la risa de sus poetas muertos y ahora «reposan» -sus poetas y él- en la biblioteca que nos mira desde el camerino siempre que nos maquillamos.

No lo conocimos en vida la vida material, su vida espiritual en cambio sí nos susurra, encuadernada, en dedicatorias que recibió, en el sello que le ponemos a su colección (a propósito del sello ahí se ve muy parecido a García Márquez y el cigarrillo en la mano recuerda algunos retratos de José Manuel Arango), nos susurra en los separadores de pinturas, postales, hojas de árboles y otras cosas que usó fuera del libro para dejar lugares indicados. Desde su llegada le está aportando a nuestro teatro, lo mejoró significativamente y nosotros al ir leyendo sus libros mejoramos nuestro arte. Además, como confesión, estamos montando a Franz Kafka, entre los libros que nos llegaron no hay uno del autor propiamente pero sí hay varios sobre él y dos imprescindibles joyas el Kafka de Klaus Wagenbach y Conversaciones con Kafka de Gustav Janouch. Llegó en libros y es uno de los, ¿por qué no?, asesores de nuestro montaje.

No lo conocimos en vida, pero por suerte el arte sobrevive a la muerte; si es cierto que el que tiene una biblioteca nunca estará solo, entonces podremos decir que conoceremos a Jaime, que escucharemos su voz, mezclada con las voces de tantos que están hablando y hablaran desde su biblioteca, oiremos su voz unida a la de Maupassant, Foucault, Nietzsche, Shakespeare, Bernanrd Shaw, Kropotkin, Bataille y tantos otros que trinarán en el camerino, en el teatro y que seguro acompañaran a los personajes que, también en reposo, aguardan su turno para renacer de nuevo en un actor, para renacer de nuevo en un lector necesitado de un amigo; de un amigo conocido después de su muerte.

Felipe Castaño, Carlos Andrés Soto y Teatro Estudio, 23 de febrero de 2024

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