Escrito por: Felipe Castaño
Contéstame Salvo Ruiz
que te voy a preguntar:
¿Cómo pariendo la Virgen
doncella pudo quedar?
“Ñito” Restrepo
Quienes han ido a Titiribí o son de Titiribí, saben que el pueblo es faldudo, no es frío, ni mucho menos feo. Está lleno de “personajes de pueblo” -para no decir locos-, tiene una importancia histórica fundamental para el desarrollo de Antioquia y fue arrebatado por los españoles en su fiebre de oro, pues es pueblo minero y precisamente a eso se debe el hecho de que los españoles se hubieran asentado en ese lugar poblado por indígenas Nutabes y bajo el cacicazgo de Titiribí.
De allá, cuando Concordia fue capital del distrito de Titiribí, en la época del federalismo, es “Ñito” Restrepo, intelectual, senador, gallero, liberal, crítico literario, minero, etcétera, etcétera. Podría decirse que Titiribí es de esos pueblos amañadores en que se nota la tradición antioqueña que aún el crecimiento urbano no ha podido diluir.
El teatro Titiribí se llama Circo-Teatro Girardot y la construcción fue iniciada en 1917, y se inauguró en 1929, su creación se debe a la bonanza minera de la época; la mina más famosa y una de las más prósperas históricamente se llama El Zancudo, que según nos dijeron, hasta ayudó a financiar parte de la Independencia de Antioquia, por allá en 1813. El Circo-Teatro fue restaurado en el 2005 y en la expresión de uno de los que nos recibió, ese espacio es “la plaza de toros más pequeña del mundo y la gallera más grande”. Es redondo, abierto en el centro y tiene un arenero, un callejón a la derecha por donde conducían los toros y el escenario es amplio y la acústica muy buena, parece un coliseo romano. Es una belleza de la arquitectura, y patrimonio de Colombia; Santiago me dijo que ha sido uno de los espacios más interesantes -en el sentido de chimba- en los que ha presentado, y ellos han estado en Italia, Ecuador, Cuba y no sé dónde más. Y eso que Titiribí no está sino a dos horas y media de El Carmen. Tal vez sea el teatro más antiguo en el que ha hecho presencia nuestro Teatro Estudio hasta el sol de hoy.
El itinerario fue simple, llegamos, montamos solucionando algunas dificultades técnicas del espacio mismo, pues es abierto. Después descansamos un rato para estar frescos para la función. Almorzamos, fuimos al Circo-Teatro para ensayar y nos tocó esperar a que se escondiera el sol para poder dirigir las luces. Olvidaba decir que nuestra ida fue en el marco del X Festival de Teatro de Titiribí, con buena asistencia del público para ser un lunes, y al terminar la obra -que fue interrumpida al comienzo por un carro que estaban parqueando al frente de la locación, pero gracias a la acción oportuna de los organizadores no duró mucho el ruido-, recibimos un aplauso muy sincero del público, la verdad fue muy sincero, el público estaba emocionado y eso se siente, uno sabe cuando los plausos son cortesía, cuando castigan y cuando realmente son señal de agradecimiento por el trabajo realizado. Al terminar la función fuimos muy acogidos por algunos organizadores del festival que nos contaron montones de cosas sobre ese pueblo bello.
Al siguiente día nos tocó hacer tiempo hasta que pasara el pico y placa en Caldas y Medellín para devolvernos, porque madrugar no es nuestro fuerte -por lo menos no el mío, que el día que salíamos para Titiribí, me desperté a las siete y media, justo a la hora programada para salir-. Allá nos pusimos dicharacheros y echamos Titirichistes, por las Titirifaldas, en nuestras Titiriaventuras por el pueblo, como este de Santiago:
-Lo empujan en Titiribí y toca recogerlo en Amagá.
Tomamos Titiritinto y nos tocó bajarle porque ya estábamos muy cansones. Qué dirá Astrid -que fue quien nos llevó- ese pueblo lleno de locos y ella llevando leña pal monte. Qué bello es conocer los lugares que están cobijados bajo la misma cultura.
Óigame doctor Restrepo
que te voy a contestar:
Tire una piedra en el agua;
abre y se vuelve a cerrar.
Así pariendo la Virgen
doncella pudo quedar”
Salvador Ruiz
Felipe Castaño, 7 de octubre de 2023