En el Teatro Matacandelas, El Monte Calvo

Escrito por: Felipe Castaño

Escribir es buscar suerte
Georges Bataille

Siendo sincero quisiera cambiar el tono de estos textos, que ya me empiezan a parecer un tanto monótonos, un tanto oxidados. Creo que lo que me molesta es este tono amigable, dirigido hacia lectores y lectoras que -muy groseramente- hago pasar por no acostumbrados a la lectura. Quisiera disculparme por esa falta y abdicar de una buena vez de este tono que también habla en nombre del grupo, intentando expresar algo con lo que, muchas veces, no todos se sienten identificados, así en la socialización de estas lecturas asomen visos de buen recibimiento y cordialidad. Estoy -lo diré de una vez- intentando escaparme de algunos atuendos, poses y ademanes con los cuales, muchas veces, no me siento cómodo. Esta introducción no tiene nada qué ver con el tema del título, que, resumido en pocas palabras, sería un: fuimos a presentar al Matacandelas en el marco del Festival Medellín en Escena; estábamos muy nerviosos; la función no salió como lo esperábamos, o sí (según sea el caso); seguido de alguna reflexión sobre el teatro, alguna anécdota; y un “para cerrar” … 

Y ese resultado puede ser satisfactorio para algunos, pero, a mí en estos momentos -y no sé si es porque ando leyendo sobre un exguerrillero, rebelde colombiano, o porque el fin de semana pasado estuvo Alexandra Escobar de La Candelaria presentando un monólogo en nuestro espacio- no me satisface y más bien me impulsa a seguir buscando suerte. En fin, solo quiero decir que la función en El Matacandelas salió un poco extraña, que existe una presión impuesta por el gremio o por cada uno de nosotros, de que todas las obras deben salir bien y hay lugares sagrados, algo así como mecas, del teatro en los cuales hay que darlo todo por la importancia histórica que han tenido respecto al oficio; y aunque no quiero desconocer ese factor, tampoco quiero caer en la falsa idea de que todas las obras deben salir bien en todos los lugares. Es seguro que debemos ser responsables con nuestro oficio, lo que no quiere decir que siempre salga bien y aunque, a parte de la sensación extraña que nos dejó a Carlos y a mí esa función en el Mata, uno a veces tiene días en los cuales los dioses, la suerte, el destino o como lo quiera llamar cada persona, no está de nuestro lado o simplemente estamos de malas pulgas y eso es todo. 

Siempre he asociado al Matacandelas con la literatura, con la buena literatura, entendiendo que ese calificativo de “buena literatura” es bastante problemático y más bien está ceñido al buen o mal gusto y criterio que cada persona se hace del otro a partir del gusto propio; por ejemplo, el sólo hecho de que en su repertorio esté Fernando Pessoa, Fernando González, Andrés Caicedo, Alfred Jarry, Sylvia Plath… ya está hablando de un camino, una cultura, una búsqueda por expresar en el lenguaje teatral algo que está en la literatura pero que a ella no le basta por sí misma. Ese camino -a algunos- nos inspira respeto y de allí el susto previo antes de la escena en un espacio como ese. 

En este preciso instante, me parece necesario agradecer por la acogida que nos dieron en el espacio. La amistad que ha consolidado el trato en Teatro Tespys, en El Gesto Noble y en otros espacios en los cuales hemos coincidido con el Mata, mucho antes Santiago, Carlos y Tustús que yo, nos reafirman que este oficio se construye con las personas que están alrededor, que se creen este cuento y se lo toman con la mayor seriedad posible y con la festividad que hace llevadera la vida. A Sebas Betancur (Poci) que estuvo tan pendiente de nosotros y que es amigo de hace mucho tiempo, quisiera agradecerle significativamente. Presentar en esa sala es una de las metas importantes de muchos grupos de teatro. 

 

Felipe Castaño, 26 de septiembre de 2023

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