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III Festival En El Acto Teatro Estudio – 2022
Memoria de un encuentro lleno de amor, magia y arte.
Este año la tercera versión del Festival En El Acto Teatro Estudio abrió con la puesta en escena de “El Común”, una obra del grupo local Teatro Farzantes, que problematiza la desigualdad social a través de la crítica al poder eclesiástico y político al servicio de la acumulación de riquezas y tierras. En un contexto atravesado por la demagogia y la violencia partidista, un campesino que quiere construir una escuela veredal, una lideresa social y un sacerdote católico, encarnan los verdaderos héroes colombianos que -entre otras cosas- representan la lucha por la dignificación de la vida, el derecho a la educación y el acceso a la tierra. La obra gana profundidad y relevancia a medida que avanzan los días en un país que quiere entender un conflicto histórico marcado por la ignorancia, la desigualdad y la violencia. “El Común” es la realidad cotidiana de las zonas rurales colombianas y Camilo Torres (el cura guerrillero), Rosita (la lideresa comunitaria) y José (el campesino que quiere construir la escuela) son el símbolo “mártir” de nuestra sociedad convulsa.
La segunda puesta en escena correspondió al monólogo “Primer amor”, una adaptación teatral del relato de Samuel Beckett -que lleva el mismo nombre- y que estuvo a cargo del Teatro Matacandelas, de Medellín. Un vagabundo en un cementerio nos cuenta la historia de su enamoramiento en un lenguaje que se agita entre la belleza y la amargura, lo grotesco y bizarro, la densidad y el humor negro; así, a partir de este monólogo se logra verter al teatro un texto pensado como cuento. Vale decir que la obra no es fácil, primero porque el texto es denso y pesado; segundo, porque esa densidad y pesadez se corresponden con la poética teatral propuesta, en la cual destaca el cuidado por la plástica y una muy buena actuación.
Al día siguiente El Mago Chalo´s nos divirtió con sus trucos de magia, en un espectáculo familiar, pero también angustiante por sus palomas “silenciosas” de colores que aparecían y desaparecían.
El miércoles correspondió a los anfitriones, “Tenías Razón” de Teatro Estudio, una propuesta relativamente nueva que pareciera explorar un mundo interior, un diálogo de la conciencia a partir del miedo, el recuerdo y el olvido. Los dos personajes que intervienen en la obra logran refrescar el texto a medida que desarrollan su “conversación” alcanzando matices de comicidad, histrionismo, seriedad, solemnidad, entre otras sensaciones. La obra explora la cotidianidad de lo humano, en un lenguaje cercano a los espectadores porque casi todos nos hemos visto en alguna de las situaciones o preguntas que allí se plantean. “Tenías Razón” se ubica del lado del público y, en mi opinión, ahí está su mayor belleza.
La siguiente obra, día viernes (ya que el grupo que presentaba el jueves venía de El Peñol y no pudo asistir debido a un bloqueo de vías ocasionado por un derrumbe) fue “La casa de la memoria” de Sala de Espera, grupo amigo de Sonsón. Conmovedora y difícil es esta obra que habla de la realidad del conflicto armado en la zona rural del departamento de Antioquia. La propuesta duele porque es bastante desgarradora y los textos son fuertes. Dos actrices desarrollan la obra mutando de personaje en personaje: un esposo, un hijo, una madre, paramilitares, guerrilleros y soldados, intervienen constantemente relatando un único drama que se viste de muerte y llena de sangre y abandono los campos del Oriente antioqueño.
El día sábado, día de cierre del festival, tuvo lugar la puesta en escena de Arcilla Danza, el grupo de proyección de danza de El Instituto de Cultura de El Carmen de Viboral. “Rastros de una tradición” es un montaje que vincula el teatro con la danza en una expresión que va más allá de los lugares comunes entre ambas expresiones escénicas. Se logra fabular una historia de manera teatral, sin abandonar el lenguaje de la danza, mientras se va contando cómo se mantuvieron las danzas del pacífico, caribe y andina en los esclavos y sirvientes de los señores. A final, más que una marcada diferencia entre la danza de salón europea y la tradicional, se logra ver la resistencia de las expresiones artísticas que sobrevivieron subrepticiamente en los pocos espacios de encuentro que se les permitieron, a la par que esas expresiones fueron atravesando un proceso sincrético en su devenir histórico.
Esto en cuanto a las puestas en escena. Respecto a los grupos musicales invitados: Feeling Iirie (reggae); Simón Macallan (blues), ambos de El Carmen de Viboral e Intemperie (rock en español) de Granada, vistieron de sonido un festival que también le apuesta a la circulación de bandas regionales.
Las jornadas de talleres y conversatorios estuvieron cargadas de reflexión sobre la historia del teatro colombiano desde la época prehispánica y cómo éste va mutando en su devenir al pasar por la colonización, la época republicana y su llegada hasta el denominado “Teatro Nuevo”, a cargo de Víctor López, un historiador del teatro. Con Cristóbal Peláez se conversó alrededor de por qué se llega al teatro y cuando éste, al volverse un oficio, empieza a matar la pasión. Y se tuvo una jornada de diálogo sobre el oficio de la dirección con las directoras y los directores locales, preguntándose el por qué se llega al rol de dirigir y qué implica ese rol, entre otras cosas. Y con Juan Fernando Vanegas se tuvo un taller de dirección y creación en el teatro físico.
A modo de conclusión, es interesante notar cómo El Festival en El Acto Teatro Estudio empieza a perfilarse como un festival de circulación regional y local, no sólo de grupos de teatro sino de talleristas, profesores, directores, grupos musicales. En una amalgama de perspectivas que se pueden tener sobre la creación escénica, desde la historia, la crítica, el taller, el diálogo; este festival está apuntando a cuestionarnos sobre el oficio desde las miradas cercanas, sobre cómo estamos asumiendo nuestro rol en el contexto inmediato.
Escrito por: Felipe Castaño Quintero, Licenciado en Filosofía y Letras e integrante de Teatro Estudio.
